TAREA 4.1. PRIMER RETO: EMPATÍA EN ACCIÓN.
El abordaje del tema pone de manifiesto la necesidad de ejercitarse en habilidades empáticas, ya que me he sentido reconocido en todo lo que no debe hacerse; me refiero a las actitudes erróneas frente a la empatía: analizar al otro, contar nuestras historietas como modelo, simpatizar para quedar bien, tranquilizar o consolar, cerrarse en la interpretación, contradecir el relato de nuestro intelocutor, interrogar buscando una causa, compadecerse o competir en protagonismo.
La mayor parte de las veces, el foco no está puesto en sintonizar con la situación emocional y el contexto de nuestro confidente. Por ello, me propongo ejercitar estas cuatro actitudes básicas de la empatía: escuchar, comprender, expresar afecto y conectar.
- ESCUCHAR: dejando todo lo que mantiene ocupada mi mente y centrándome en aproximarme a las emociones y la circunstancia de mi interlocutor, de modo que pueda obtener, mediante mi atención o realizando preguntas abiertas, una perspectiva distinta y más ajustada.
- COMPRENDER los tonos emocionales y la complejidad de la situación, sin buscar una relación causal, sin pretender solucionar nada, sin interpretar ni prejuzgar ninguna situación, sino sólo compartir el contexto emocional de mi interlocutor.
- EXPRESAR AFECTO: con gestos y palabras, de modo que mi interlocutor se sienta acogido y querido, física y emocionalmente.
- CONECTAR con la persona, con su vivencia, con su pensamiento, con su visión y vivencia de su realidad, con el único objetivo de vivir la amistad.
Imágenes tomadas de Pixabay.com
El viernes publicaré en este mismo post el resultado obtenido y las reflexiones que sean pertinentes de la experiencia vivida que, seguro, tendrá mucho de positivo y enriquecedor.
REFLEXIÓN Y BALANCE SOBRE EL TRABAJO REALIZADO
SOBRE LA ESCUCHA:
He practicado la escucha de manera intensiva, en el trabajo, con los interlocutores internos (compañeros de trabajo y alumnos) y externos (clientes); también, en casa, con mi familia. La escucha, en los términos planteados, me ha supuesto una gran concentración en el otro, observando con todos los sentidos su comunicación: sus palabras, los tonos, los gestos, la expresión corporal, los significados e interpretaciones del otro, sus emociones… y -a la vez- la observación de mi actitud, de mi expresión corporal, para comunicar con toda mi expresión esa escucha empática.
El resultado ha sido satisfactorio para mí, porque me he percibido cortando con la realidad y las preocupaciones y abriendo un espacio nuevo con cada persona y he experimentado una conexión de calidad en la escucha y percepción de los demás. Aunque mis interlocutores lo han percibido de otro modo, porque -en cierto modo- los he sorprendido con actitudes que no habían visto en mí con tanto énfasis. Y, claro, me han interrogado: “¿Te pasa algo?”, “¿seguro?”, “no sé, te noto raro”... He tenido que confesar que estoy intentando mejorar todos los aspectos de la comunicación.
Ahora sé que lo habré conseguido cuando mis allegados -los más acostumbrados a relacionarse conmigo- hayan interiorizado estas habilidades asociadas a mi persona, no como síntoma de que algo no marcha bien.
Creo que he conseguido centrar mi mente en la escucha y he querido leer las emociones. En ocasiones me he ayudado de alguna pregunta, del tipo ¿cómo te has sentido -al decirlo, al hacerlo, etc…?, para contrastar mi percepción de la vivencia emocional con la del interlocutor, comprobando que con las personas más cercanas hay mayor porcentaje de acierto que con las menos próximas y conocidas. Aunque, en general, sí creo que mi percepción se ha ajustado más al otro, a su realidad, descentrándome de mi conocimiento del otro, de la seguridad en lo que me transmite, de esa experiencia vivida muchas veces en la que le cortas su discurso porque ya sabes lo que te va a transmitir, o le terminas la frase y rápidamente le contestas con tu opinión.
Esta vez ha sido importante la escucha con oídos nuevos, buscando una nueva mirada del otro, un descubrimiento de la parte de su melodía que se pierde con la rutina, o la falta de cuidado en la comunicación. Quizá haya sido este el descubrimiento: el respeto hacia el otro exige cuidar la comunicación, de modo que siempre haya acogida y comprensión.
La experiencia del ejercicio me ha resultado satisfactoria, a la vez de dejarme la sensación de que, como todo ejercicio, es necesario seguir practicando para estar en forma.
ACERCA DE LA COMPRENSIÓN:
Como la experiencia de escucha ha sido de mayor conciencia, la comprensión ha sido más próxima a la realidad del interlocutor. Realmente me he sentido presente en su realidad contada y sentida, procurando únicamente compartir ese momento de conversación en el que nos damos el uno al otro, experimentando la autenticidad de ese intercambio de amistad.
Como en la escucha, los más próximos me han tildado de ñoño, de sufrir un brote romántico, o el típico mantra de “será la edad, que le está ablandando”. Esto me ha hecho pensar que no estamos acostumbrados, en nuestras relaciones, a que uno ponga el foco sobre el otro, con el único objeto de entender para amar. Es algo que damos “por supuesto” en las relaciones de amistad, pero que no explicitamos continuamente, por eso la rutina puede apoderarse de nosotros, eliminando la capacidad de sorpresa. Tenemos unas expectativas sobre el otro, sobre su respuesta emocional, sobre sus objetivos, sobre sus problemas… que sólo atendemos cuando algo no encaja en las interpretaciones que ya tenemos construidas acerca de él. No atendemos a la novedad que aporta cada día. Quizás perdemos el hilo de esa novedad.
El ejercicio de poner un foco en la comprensión, me ha descubierto esto mismo, la necesidad de estar atento a la novedad, al descubrimiento, a la sorpresa… y esto puede conseguirse con el cuidado de la comunicación, de modo que exprese en cada momento el tipo de persona que quiero ser: soy escucha, acogida, comprensión, afecto, presencia activa y significativa, amistad, apoyo, impulso… si realmente mi comunicación verbal, gestual, corporal, emocional… así lo expresa. Conseguir esa transparencia se ha convertido en un objetivo a largo plazo.
¿CÓMO HE TRABAJADO LA EXPRESIÓN DEL AFECTO?
El abrazo sentido ha sido el principal aliado de mi comunicación, por eso lo de “ñoño” o “se está ablandando”, pero este no es un gesto nuevo, sino que me siento familiarizado con él, aunque he intentado profundizar en la expresión de los tonos afectivos, porque creo que no es sólo el gesto, sino el gesto con la palabra adecuada, en el tono emocional congruente, de modo que la acción comunicativa forme un todo que se traduzca como un “te quiero”.
La experiencia de estos pocos días me invita a continuar, me deja un rescoldo de satisfacción, de reciprocidad, de generar vínculos. Y ello es un estímulo de las relaciones personales, que abre un horizonte de posibilidades en los contextos educativos, de acciones fortalecedoras de la empatía y la autoestima, generando entornos en los que todos nos sentimos seguridad en las relaciones personales, energía positiva e impulso del crecimiento personal.
Y LA CONEXIÓN...
Siempre me he sentido conectado en las relaciones personales de comunicación. Sin embargo, en esta ocasión, creo que la clave ha estado en la actitud de escucha y comprensión. La conexión no sólo ha existido sino que ha sido un sentimiento reconocible en ambas partes comunicativas. Es la resultante del cuidado de la comunicación, es el fruto que muestra que esa comunicación ha empatizado.
Poco más puedo decir de este aspecto, salvo constatar y valorar que ha sido productiva y enriquecedora de ambos, permitiendo traspasar la epidermis de los convencionalismos para penetrar en el ser y el sentir. Experiencia realmente satisfactoria cuando se produce.
Esta conexión ha sido posible con las personas más próximas y no lo ha sido con las desconocidas, pero es un ejercicio que requiere tiempo, paciencia, generar confianza y seguridad, conocimiento mayor de la otra persona… pero, con un ejercicio continuo de las habilidades que construyen la empatía, puede conseguirse.
Como resultado más importante de los retos de esta semana creo que es el “chute” de motivación para continuar construyendo mi persona con los valores de transparencia y eficacia comunicativa, que permita unas relaciones personales satisfactorias y enriquecedoras.
Imágenes tomadas de Pixabay.com
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