TAREA 2.4 - MI ESCUDO PERSONAL
Me gustaría completar este ejercicio respondiendo a las cuestiones planteadas en el video de Ideas Claves, que no he respondido en el post anterior (con la carta a mi maestro), pues sólo incluía los logros. De ese modo complementaré la información gráfica.
LO MÁS IMPORTANTE PARA MÍ COMO EDUCADOR
Estimular la consciencia del aprendizaje, despertar el interés por comprender para poder explicar, valorar el lenguaje escrito y oral como elemento de autoconciencia y enriquecerlo, porque es el vehículo del pensamiento, del cuestionamiento, del hacerse cargo de la propia existencia y de la libertad. Porque no se puede elegir lo que no se sabe nombrar, verbalizar.
Me mata la enseñanza que bascula sobre la memorización y replicación, sobre el copy+paste. Me revive el interés, el pensamiento crítico, los procedimientos, el aprendizaje experiencial, la colaboración, la creación…
DEL ROL DE EDUCADOR ME GUSTA
De mi trabajo me gusta el hecho de estar presente en este momento de la vida de los alumnos, la adolescencia, que les convierte en vulnerables, al tener que tomar decisiones sobre muchos aspectos de su vida y persona sin tener una idea clara de lo que quieren, con un panorama de incertidumbre y arrastrando cierto retraso madurativo, producido por el exceso de juego y déficit de responsabilidades.
Es como estar en una zona de obras en la que suceden demoliciones y nuevas construcciones. Observar esa construcción de la personalidad en circunstancias adversas me parece un espectáculo de suma belleza. Y poder estar ahí, procurando orientar, es un privilegio.
Y ME DISGUSTA...
El exceso de burocracia que invade y coloniza la vida académica, en detrimento de la acción educativa natural y espontánea.
El carácter omniabarcante de la profesión que exige llevarte siempre una mochila de preocupaciones y trabajo, produciendo una gran fatiga profesional.
La metodología circular de los procesos de enseñanza y los cursos académicos, que supone volver a empezar de cero cada curso y que te hace sentir como Sísifo empujando su roca hacia la cima del monte.
La hegemonía de lo memorístico sobre la comprensión y de la nota sobre todas las tareas de aprendizaje.
Me disgustan, también, la evaluación numérica y la frontera del suspenso. La falta de confianza de padres y alumnos en la profesionalidad de los docentes, y el bajo reconocimiento social, económico y profesional.
CONFIANZA EN MI PROFESIONALIDAD
Me siento muy seguro de mis cualidades como docente y de mi competencia profesional. Lo que no excluye mi interés por seguir desarrollando nuevas competencias, o por crecer en las adquiridas. Aunque la década en la que me hallo, constato el fatal desenlace del paso del tiempo y la atrofia de muchas habilidades físicas e intelectuales.
Pero, continuo entrenándolas, por mi carácter inconformista y aceptando mi realidad, como no puede ser de otro modo.
PIERDO LA CALMA CON...
El “me-da-igualismo”, la mentira, la falta de respeto entre iguales, el abuso, la humillación, el maltrato, la violencia, los juicios categóricos, la falta de paciencia y constancia en los procesos que son lentos, la obsesión por las evidencias y demostraciones, el engaño, las prisas, las chapuzas...
CUANDO ALGO NO SALE COMO ESPERABA...
Reviso todo lo que puede haberlo causado: el proceso de comunicación, mis habilidades, las circunstancias -en todos sus modos-: ¿Dónde?, ¿Cuándo?, ¿Cómo?, ¿Por qué?, ¿Para qué?, ¿Con quién?, ¿Con qué instrumentos?, ¿Con qué materia?, ¿Cuánto?, ¿De quién?, ¿De qué?, ¿Pese a qué?, ¿Por dónde?, ¿Para quién?... Los estados anímicos, el momento -día y hora-, los sucesos familiares o de relación de amistad, los acontecimientos escolares, el horario de clases, los exámenes...CUANDO ALGO VA MAL EN EL AULA...
La respuesta anterior es indicativa de cómo procedo, evidentemente hay días malos y opiniones para todos los gustos. Cuando algo va mal, me interesa investigar y conocer las causas, me interesa el proceso y cómo manejarlo en términos educativos. No si soy buen o mal profesor.
CUANDO DISCREPO...
No suelo evitar la confrontación en los equipos pequeños o grandes, ni con los alumnos, ni con los padres, ni con directores, gestores…
La confrontación dialéctica, con ingredientes de respeto y educación, es fundamental para la resolución de problemas, el conocimiento mutuo, la clarificación de supuestos y malentendidos y para el crecimiento personal.
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